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Desde las costas prístinas de Islandia, donde el ritmo de la vida sigue el pulso del océano, llega uno de los dones más extraordinarios de la naturaleza: el plumón de eider islandés. Un material raro y precioso, celebrado por su suavidad excepcional, ligereza, rendimiento térmico y resistencia natural al agua. Es el resultado de una relación centenaria entre los seres humanos y lo salvaje, construida sobre la confianza, el respeto y una coexistencia silenciosa.
Durante el duro invierno islandés, los patos eider viven mar adentro, flotando sobre aguas glaciares y alimentándose para ganar fuerzas. El clima extremo de esta tierra remota y agreste, modelada por vientos helados y largas noches, desencadena en la hembra una respuesta biológica única. Bajo su plumaje desarrolla una capa adicional de plumón, un aislante natural que la protege del frío y repele la humedad. Esta capa no se arranca ni se extrae por la fuerza. Cuando llega la primavera y regresa al nido, un cambio hormonal hace que el plumón se desprenda de forma natural del pecho para asegurar el contacto directo entre su cuerpo y los huevos, transfiriendo su calor a la siguiente generación.
Los criadores de eider, conocidos localmente como guardianes de la costa, preparan con cuidado las zonas de anidación, despejando senderos y cercando áreas seguras. Durante la temporada de cría, protegen a los eiders de los depredadores y a menudo vigilan los nidos día y noche. Cuando los polluelos eclosionan y parten hacia el mar, el plumón, ya innecesario, se recoge suavemente a mano. Las aves permanecen tranquilas, a menudo presentes durante la recolección, prueba del profundo vínculo entre especies. Este proceso es totalmente libre de crueldad: sin estrés, sin daño, sin interferencia. Solo armonía.
El plumón de eider es una maravilla natural. Sus filamentos microscópicos entrelazados le permiten agruparse con facilidad, creando un relleno extraordinariamente ligero, altamente transpirable, naturalmente repelente al agua e insuperable en aislamiento. Cada kilogramo de plumón limpio procede de 60 a 80 nidos, y solo se recolectan alrededor de 3.000 kilogramos al año, lo que lo convierte en uno de los materiales más exclusivos del mundo.
La limpieza del plumón es un ritual de precisión. Primero se seca y se limpia de forma manual de manera preliminar, y luego se calienta suavemente a 120 °C. El proceso continúa con el uso de máquinas islandesas especializadas, diseñadas en 1959 específicamente para este fin: la primera elimina ramitas y fragmentos de cáscaras de huevo dejados tras la eclosión, mientras que la segunda separa con delicadeza las plumas del precioso plumón. Lo que sigue no es solo un control de calidad, sino un paso final y esencial realizado íntegramente a mano. Una a una, se retiran cuidadosamente las plumas restantes atrapadas en la estructura compacta del plumón, dejando únicamente el plumón de eider más puro en su forma más natural e intacta.
En esta etapa, el plumón se lava suavemente a mano y se deja secar al aire fresco de Islandia. Este proceso lento y natural restaura su volumen, suavidad y capacidad de hinchado, realzando sus nobles cualidades sin comprometer su pureza. El resultado es un material que mantiene su estructura y resiliencia originales, listo para ofrecer calor y confort en su forma más auténtica.
El plumón de edredón no es solo un material: es un símbolo del patrimonio islandés. Protegida desde 1847, el edredón convive con los islandeses desde el siglo IX. Su presencia está entretejida en la historia de la nación. Es una historia de convivencia, sostenibilidad y reverencia por la naturaleza.